martes, 5 de abril de 2011

Bajo el Yugo de Sion.

...Cuándo se fue acercando, al ver la ciudad, lloró por ella y dijo: ¡Ah, si este día tú conocieras  también lo que lleva a la paz, pero ahora está oculto a tus ojos!  Porque vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán con trincheras, te cercarán y te estrecharán contra el suelo, a ti y a tus hijos dentro de ti y no te dejarán piedra sobre piedra, por no haber conocido el tiempo de tu visita.

San Lucas 19; 41 – 44


Introducción:

    Es tiempo de riña, de disputa por el amor de Dios. Cristianos y judíos luchan por medio de una fe gastada, excomulgándose mutuamente. Árabes, Budistas, Ortodoxos y paganos los  observan confundidos. Oración semejante y antagónica de un credo bifurcado.
Las sangrientas revoluciones en América a raíz de la caída o auto amputación del imperio Norteamericano por las diferentes etnias existentes dentro de ésta, fue el abono propicio para la semilla de poder sembrada durante siglos por los judíos. Cosecha o profecía de un pueblo que será la luz de las naciones del mundo.
Pueblo perseguido por la maldición de un falso profeta.
Los altos jerarcas de la iglesia Cristiana se opusieron a las medidas impuestas por los líderes Judíos en el poder, pero su voz no tuvo eco. Toda nación que profese credo al falso profeta, será invadida y vuelta por la fuerza al verdadero camino en espera del Mesías que vendrá a salvar al hombre del pecado.
    La Iglesia Romana trató de buscar un diálogo ante tales afirmaciones, pero los hijos de Abrahám no escucharon a los seguidores del falso Mesías, aquel que los maldijo y condenó a interminables años de muerte y desolación.
Al iniciarse la persecución el heredero de Pedro no tuvo más remedio que abandonar el Vaticano, se impuso un estado de sitio a éste y se devolvieron sus tierras al Imperio Europeo.
Las organizaciones Judías se convirtieron en una sola: ortodoxos, Liberales y Conservadores se fusionaron, uniendo su credo e instituyendo un trono para su nuevo jerarca, con sede en Tierra Santa.
Heredero de Abrahám.
Heredero de un mundo bajo el yugo de Sion.

I


IRAN


Doce años después:

    No es un hombre común el que al hablar emite e implora suplicas no escuchadas, ni mucho menos aquel que siendo fruto de la riña, mira condescendiente a la miseria que lo ha cobijado...

La mirada de ese hombre se clava en su imagen al espejo y repite una extraña oración:
- Cercado, más no perdido; buscado más no encontrado.
Tu pueblo cumplió: Desposó a una prostituta  y concibió un hijo, el cual fue llamado Jezrael. Concibió una hija y le llamó No amada. Concibió al destete de No amada otro hijo y le llamó No mi pueblo, porque nosotros ya no somos tu pueblo, ni tú nuestro Dios...
No tengo credo, sólo una misión. No tengo pueblo, por eso vivo cercado por paganos, y buscado por mi fe y mí nombre.....Jezrael.
    Una lágrima cotidiana le saluda, anunciándole el momento de partir.
Como todos los días, baja las escaleras sin apuro, el penetrante olor a moho hiere su nariz y al igual que siempre piensa en la podredumbre de un mundo sin esperanza.
    Camina por las calles de Teherán sorteando niños que piden un mendrugo, le duele no ofrecerles un poco de comida, a pesar de haber perdido la noción de la última vez que probó bocado.
Por fin llega al barrio de Dulab. Al aproximarse es escoltado por dos hombres hasta el portón de una vieja mezquita, donde es recibido por un anciano que respetuosamente lo saluda y lo invita a pasar.
La sagrada militarización de la ciudad había contribuido a la creciente política de desprestigio hacia la corriente Cristiano – Judía disidente; provocada por su alentadora propuesta en el Concilio Judío II, acerca de una posible fusión de los dos credos más importantes en el mundo. Gran parte de sus seguidores fueron aprehendidos, excepto su líder, el autoproclamado Pedro II;  un descendiente de la tribu de Abrahám que al entender el objetivo oculto de la guerra santa, pactó una alianza con los dirigentes Cristianos que quedaban. Propuso de esta forma el fin a un conflicto que ya se había alargado por más de dos lustros y había  cobrado miles de víctimas en nombre de Dios.
    El génesis del conflicto tuvo como antecedente la llegada de un Papa negro a la Basílica de San Pedro. Elegido en momentos turbios, en los cuales las diferentes naciones sometidas por el Imperio Norteamericano se vieron de súbito libres del yugo Anglosajón, a consecuencia de una guerra civil que mermo el poder del Imperio.
Estando en guerra prácticamente todo el continente Americano, el Imperio Europeo fijó su interés en el continente Africano; la posesión más fértil del Imperio Norteamericano.
La fe Cristiana trató de equilibrar la balanza que apuntaba hacia el saqueo y la muerte de todo un continente. Pero no previeron la inesperada participación de un grupo de Judíos extremistas que tomando ventaja de la situación, persuadieron a los Europeos del peligro que representaban los Cristianos para sus intereses. Las facciones Judías restantes, pronto se unieron al Imperio Europeo, como una forma de unificación de rencores hacia una religión que los maniato por mucho tiempo, gracias a los aliados que poseía en América.


    En el interior de la Mezquita, los laberínticos corredores conducen a un oscuro salón que sirve de escondite a un grupo de hombres dispuestos a derrocar al actual régimen religioso.

- Nuestros esfuerzos han sido en vano, en este momento están siendo ejecutados en Jerusalén nuestros enviados de paz, encargados de llevar la palabra de Dios a los dictadores de Israel.
- Me parece que las medidas no han sido del todo efectivas, necesitamos algo que desestabilice a la falsa religión desde los cimientos....
-  ¿Qué trata de decir Jezrael?
-  Asesinar al usurpador, al hombre que se hace llamar el heredero de Abrahám. El jerarca de los judíos en tierra santa. 

    El silencio se confunde con los pensamientos en la mente de cada uno de los presentes.
El recuerdo de una guerra, de una fe que tomó otra dirección; un credo que con el tiempo se convirtió en una forma de opresión, en una fuerza política de terror.
    El anciano se levanta indignado, reprimiendo y condenando tal propuesta. Mira con piedad y angustia a los ojos de Jezrael, sabe que no hay otro camino. Sale del recinto sin decir nada, la tarde en Teherán es la única acompañante de un hombre que sale de la  Mezquita llevando consigo una cruz como bandera y como esperanza un puñal




II



    No es un hombre común el que al hablar emite e implora suplicas no escuchadas, ni mucho menos aquel que siendo torturado y cautivo, condene con la voz de Dios a sus verdugos...

    Lo habían encontrado en los alrededores de Jerusalén, cerca de aquélla antigua puerta donde llego Jesús vitoreado por una gran multitud armada con grandes palmas; allí donde aquel Mesías maldijo o según algunos historiadores de la fe, tan solo lamento el destino del pueblo Judío.
La misma puerta donde a los lados yacen los restos de dos guardias musulmanes, colocados para que cuando según las escrituras regrese Jesús a Jerusalén, sea asesinado por ellos.
Su actitud al aprehenderlo fue de indiferencia, parecía que así lo había planeado... No tardo en ser encarcelado...


- ¡El golpe continuo que debilita, que penetra cada vez con más fuerza siendo el eco del verdugo que alimenta las ansias carnívoras de su dogma! Voluntad de un Dios que se resiste a morir, que se resiste al olvido o simplemente a dejar de existir.
Crónicas disidentes del eclipse de un mundo sin luz.
Golpe lacerante.
Daga del silencio.
Cautiverio o penitencia.
Muten a las rocas y háganlas callar!
- Nadie te escuchara, muchacho, para ellos ya no existimos.
No gastes más  fuerzas  – susurró una voz que perecía salir de entre la penumbra de la celda.- 
- ... ¿Quién eres?
Déjate ver  - suplico jadeante Jezrael, a la misteriosa voz que trataba de calmarlo.

    Estaba encadenado a unos grilletes que pendían del techo de una celda. El dolor en sus muñecas lo atormentaba y sus piernas eran presa de fuertes espasmos musculares, provocados por la constante vertical a la que estaba sujeto.
Cada tres horas irrumpían en la habitación dos hombres que lo golpeaban hasta dejarlo inconsciente.
...Sus fuerzas empezaban a abandonarle.

- Tiene alguna importancia quién soy o lo que fui...
   - Respondió un hombre que se confundía con la oscuridad de la celda.
      Heredero de un trono vacío que el hombre forjó a base de sangre... ¿ Qué importancia                                                                                    tiene quién soy ?.
- usted es el Papa...
- No hijo, soy un preso en esta celda simplemente o ¿ es que acaso ya habías sido testigo del odio de un santo Padre hacia su opresor o esta tez vistiendo el manto de Pedro ?.
- hubo un momento en que el hombre comprendió su condición.                                                                                                                                                  
- inútil intento de saciar la ira de su Dios.
...solo fue eso y nada más.

   La habitación permaneció un rato en silencio, por fin una pregunta lo inundo todo.

- ¿ Sabe a lo que vengo ?, pregunto Jezrael esquivando la mirada del Papa.
- Si hijo y no te condeno, porque en el poder están aquellos que negaron el camino de la paz.
- Nada ni nadie espera por mí, - sentencio Jezrael.
- Nada ni nadie nos llorara, - completo el Papa.
...ahora hijo, trata de dormir.
  Jezrael se quedo velando el sueño de aquel hombre, esperando el tiempo de la ardiente llama de la venganza.
...Ya no hay más oraciones que guarden la inocencia perdida de un niño.


III



   No es un hombre común el que al hablar, emite e implora suplicas no escuchadas, ni mucho menos aquel que estando frente a su asesino, no intenta matarlo.

    La primera bofetada lo despertó, ocasionándole una herida en el labio superior que sangro profusamente.
La segunda nunca llego, porque fue sustituida por una patada que golpeó el rostro de Jezrael, dejándolo apenas con un fino rastro de conciencia.

- ¿ Quién eres ?  - preguntó su inquisidor; un hombre con una túnica blanca que parecía supervisar la tortura.
Al no haber respuesta, una nueva dosis de bofetada/patada acertó en sus respectivos blancos.
Había permanecido así toda la mañana y ya empezaba a cansarle el juego de pregunta/castigo. Un pensamiento paralizó su mente, se vio contándole todo a sus captores, dando información y lugares claves, para echar abajo toda resistencia.
Le pareció que la idea era atractiva para ganar algo de tiempo y de esta manera planear la forma de escapar... Fue la última tentación que le ofreció su alma y voluntad humanas.
Un hombre entró a la habitación, miro a los verdugos y con un gesto los despidió.

- Eres Jezrael y vienes a matarme. Tu objetivo tendría sentido si no hubieras sido traicionado por los tuyos; tan solo te enviaron al matadero.... dijo el recién llegado, sin apartar la vista de los ojos de su prisionero.

    Jezrael no le creyó, de todas formas lo que le faltaba era tiempo para confirmar sus palabras.

- Y si sabías de quien se trataba, ¿ Porqué me torturaron ?, ¿ No seria más fácil dejarse matar ?  – Pregunto Jezrael con su mejor cara de sarcasmo e ingenuidad.
... El hombre asintió con una sonrisa.
- ¿ Crees que con matarme ganarás algo ?. La conquista de África y América solo fue el pretexto para tomar el control absoluto y después, al deshacernos de aquellos que sirvieron de piezas en esta ajedrez, alzarnos como la luz de las naciones del mundo.
La religión ya no tiene razón de existir, nos abanderamos de este credo, porque los que iniciaron las hostilidades hacía ustedes eran Judíos, pero poco a poco hemos perdido esa clase de lastres.
Todo lo que ves a tu alrededor nunca podrá ser destruido por ideas o pensamientos místicos.
No es la primera vez que un credo es la bota que oprime o la fuerza  que dicta la forma de gobernar...
    El hombre continúo justificando las atrocidades cometidas, pero Jezrael no escuchaba, las palabras sonaban  huecas en su mente.  Apenas unas horas antes había presenciado el asesinato del Papa, lo había visto arrodillarse a los pies de sus verdugos y orado por sus almas.

Imaginó escapar de ahí, escapar de todo y todos.
Aferrado a la ínfima abstracción de sus pensamientos, quizá el único lugar donde se sentía a salvo y seguro, prefirió gritar una agonía fingida para ya no alargar más lo inevitable, pero solo consiguió que lo regresaran a su celda.
El hombre ordeno que lo asearan y alimentaran.
Para Jezrael las siguientes horas transcurrieron sin miedo.
La apacible quietud cubría al abismo que se avecinaba.




IV



    No es un hombre común el que al hablar, emite e implora suplicas no escuchadas; ni mucho menos aquel que siendo liberado. Regrese a derramar  su sangre al paredón.


    Abrieron las puertas que durante siglos permanecieron cerradas. Habitaron la ciénega que parió la oscuridad que lleno el vacío y que compartió Jezrael al cobijo del manto protector de la espera, mientras los guardias lo conducían a quien sabe donde. Parecía que todo había terminado para él.
Sentenciado y humillado como quien predice el devenir lastimoso de la luna en cuarto menguante, sus celadores lo soltaron en las afueras de Jerusalén. Al  verse libre, corrió hasta vaciar su aliento, hasta olvidar y desterrar de su mente las últimas palabras del heredero de Abrahám.
    Conjuro onírico de su incapacidad para apropiarse de su alma.
No importaba a cuantos hubiera que matar.
No importaba el credo, al cual se trataba de hacer presente mediante suplicas agónicas... ya que la sordera celestial, no escucha lo que la mirada llora.
Un llanto sin luz, vacío de esperanza.
Y fue entonces cuando apareció, ataviado con la túnica blanca y roja, sus largos cabellos y su barda poblada, cargando una cruz sin desenfundar la espada.
- ¿ Dónde vas maestro ?  -  preguntó por inercia.
- A Jerusalén, a que me crucifiquen.

    Y dicho esto, Jesús lo apartó y retomo su camino rumbo a la ciudad.  Jezrael lo siguió con la mirada hasta que se perdió en el horizonte.
Un tímido impulso lo incitaba a correr, a regresar con aquellos quienes lo despojaron de toda esperanza; pero ya había oído y visto lo que necesitaba para despreciar tanto al hombre como a su propia vida.
Prefirió quedarse ahí quieto, inmóvil; pensando que quizá el silencio del suicida y el grito desgarrado del mártir, no sean suficientes para alcanzar la libertad


Epilogo:

    El evangelio es la historia de la fe; pero la leyenda es la historia de lo que desgraciadamente no existió y que sirve para alimentar el deseo de librarse de los candados del dolor o de la realidad.
Quizá evangelio; quizá leyenda; quizá el silencio del suicida que regreso a verter su sangre, para ganarse el derecho de un pedazo de historia o de fe.
    El niño duerme, mientras su madre repite una oración que trate de llenar el hueco que dejó el grito desgarrado del mártir.
..... y es cuando entonces, quizá si se alcance la libertad....

Dr. Alejandro Alcaraz García A
1996 – Noviembre 2002.

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