viernes, 22 de julio de 2011

Estigia




   Esa mañana al levantarme supuse que sería como cualquier otra, pero como de costumbre olvidaba un pequeño detalle; algo que cambiaría muy rápido el confuso concepto que yo tenía de ese día.
   El chorro de la regadera golpeando mi rostro me devolvío a la realidad. Era tarde para arrepentirse al igual quevolver atrás. Para mí, un chico de 15 años; el haberle prometido a sus amigos que ahora si le confesaría su amor a la niña del 3:B y que ellos tendrían la exclusiva de los acontecimientos relacionados a tan descabellada idea, no le daba al día una muy buena pinta. Al contrario, sobraban ganas para tomar el primer tren a Siberia... si lo hubiera, claro esta. Reflexionaba sobre mis muy pocas referencias geográficas, cuando el timbre del teléfono sonó. Era Alex que con su peculiar forma de hablar me daba ánimos para la hazaña que hoy, estaba dispuesto a realizar.
   - Si, ya verás que no le daré tiempo a nada - le dije antes de colgar.
   Su llamada era una muestra de preocupación,y es que la susodicha no se trataba de alguien normal; si hubiera sido Angélica o Tenia (por aquello de las ventosas), sería distinto, pero no; era nada menos que Francis (Francisca, según su acta de nacimiento)...
   Se preguntarán a estas alturas, ¿quien soy? Mi nombre es Anibal, que tampoco es muy bonito  nombre, Pues bien, digamos que Francis es distinta, especial. Para un chico de segundo de secundaria, el que una tipa sea la mejor en su clase, practique Kárate, le guste leer y tenga unas piernas, entre otras cosas de concurso, no es una buena elección, y si consideramos que para mí, la literatura es algo parecido a la sopa de fideos de mi abuela, y la lectura una tortura, además de mi achaparrada estatura; semejante idea es bastante estúpida.
   Se hace tarde, me despido de mi abue y salgo con rumbo a la escuela. Aún queda la esperanza que el autobús se estrelle.

   El escote de la maestra de inglés no me permitía concentrarme en mi plan de ataque, pero no me molestaba. Proveniente de la banca de atrás, una voz alcanzó mi oído:
   - Puta, te juro que allí me acabo de criar.. hasta barba me sale !!!
   - Lo dudo -le contesté-, mientras mi mirada se clavaba en el escote.     
   - Oye buey, sabías que la Francis le puso una patadota al último cabrón que le pidió que fuera su novia.
   - Algo escuché. Supongo que además intentó hacerle algo ¿no?
   - Y quién no, cabrón.
   El timbre del receso me recordó que tenía que vaciar mi miedo en el baño, a Alex le recordó que tenía hambre. De camino al baño la veo acercarse; tratando de poner mi mejor cara, tropiezo con un tipo de tercero al cual le tiro el refresco en su camisa, Francis se queda a ver el borlote; al tratar de disculparme no me percato del puño que se dirige a mi estomago. Al caer alcanzo a ver la sonrisa burlona que se dibujaba en el rostro de Francis. Ella y sus amigas se alejaron entre risas, dejándome a mí y a unos 15 curiosos, los cuales me veían como algo no cotidiano. El golpe incrementó un poco la presión en mi vejiga, que para ese momento ya estaba vacía. Para mi suerte el tipo había arrojado un refresco completo sobre mi pantalón, que yacía al igual que yo en el suelo; ayudando a ocultar un poco la meada. Entre los curiosos se encontraba mi ángel guardián, que con cierta picardía me preguntó:
   - Puta, que buen madrazo te dio ese wey ¿te dolió?
   - Un poco -le respondí entre una aspiración profunda y un rictus de dolor. Mientras tanto, los prefectos habían tomado el lugar de los curiosos, que hacían mutis para no ser castigados.

   Al interrogarme, el pantalón aún mojado (por la meada y el refresco), no les decía absolutamentenada a las señoritas de trabajo social. Enfrente, unos penetrantes ojos me recordaban que éste día no era como todos.
   - ¿Quién empezó?
   Los ya mencionados ojos se clavaron aún más en mí, ayudandome a contestar.
   - Yo tropezé con él y le tiré el refresco encima.
   - Eso no lo excusa de haberte golpeado.
   - Además yo fui el primero que pegó -le conteste al intento de abogada que tenía al lado.
   Pedí disculpas y cambiando los acontecimientos, logré que los ojos que para entonces ya no se clavaban con  tanto odio en mí, merecieran tan sólo un regaño; yo en cambio me había ganado tres días de vacaciones en mi casa.

   Para la hora de salida mis ánimos no eran lo suficientes como para pedirle un poco de amor a la "madreahuevos", como la llamaba Alex; además mi vapuleado ego me aconsejaba irme a cambiar el pantalón que estando seco, despedía un ligero olorcito, recordándome que la pepsi no era muy buena para ocultar el olor de una meada. La figura de Alex que llegaba corriendo me sacó de mi reflexión:
   - Oye miadito y si vamos a ver hoy por la tarde a Francis a su clase de Kárate; chance y con Kárategui se vea más buena ¿no?.
   No le contesté al tono burlón de Alex, que hacía gala de su gran nariz, preferí concentrarme en su no tan mala idea. Nos quedamos de ver a las 7 en el parque, me apresuré a llegar a mi casa, el olorcito se intensificaba aún más.

   Esperamos que concluyera la clase. Le pedí a Alex que me esperara a una cuadra antes mientras yo me enfrentaba a Francis y sus técnicas de Kárate. Como era de suponerse, a Alex le valió madres mi consejo. Yo sabía que él no estaba dispuesto a perderse la escena, además quería comprobar si Francis se veía mejor con Kárategui.
   Al verla salir, tragué saliva y fui a su encuentro. Pero antes, los mismo ojos que me miraban en la oficina de castigo y las mismas manos que vaciaron el refresco en mi pantalón, también la vieron y la tomaron de la mano, ella respondió con un beso. Atrás las risas de Alex se podían escuchar, le pedí con un "sshh" que se callara. Al voltear, los mismos ojos, manos y boca que habían besado a Francis, estaban otra vez frente a mí:
   - Otra vez tú por aquí chaparrito  -Francis se acercó.
   - Déjalo, no ves que está muerto de miedo.
   Mi ego no me permitió pensar en lo que mi orgullo me ordenaba. Usando la técnica que empleaba Francis para deshacerse de sus pretendientes, provoqué que el grandulón retrocediera bruscamente en dirección al piso, pero la puerta de cristal de la escuela de Kárate se interpuso.
   Los alumnos, el maestro y los curiosos no se hicieron esperar; yo que para entonces ya estaba metido en mi papel, tomé del brazo a Francis y le di mi mejor beso. Como último recurso para no ser foco de venganzas por parte del maestro y del deshuevado, me di a la fuga.

   A media carrera mi ángel guardián me preguntó:
   - Oye cabrón ¿Y de dónde sacaste esos huevotes, ¡eh!?  
   Sonreí con sarcasmo.
   - Oye y te diste cuenta que sí se ve más buena con Kárategui.
   No le contesté, preferí celebrar mi triunfo en silencio. Tenia tres días para aprender Kárate o hacerme cirugía plástica.
   - Oye, ¿ A ver cuándo me enseñas esa patada, ¿no?.

  Dr. Alejandro Alcaraz Garcia. 
Días Ignotos.
Ediciones Del Vortice. 1997






    

       

2 comentarios:

Monserrat dijo...

Excelente Historia !!!

maura herrera zavaleta dijo...

Y de pronto me hiciste recordar esos dias de mi pubertad...y esque quien no tuvo un amor platonico en la secundaria a quien le dedicabamos (sin merecerlo)varias horas al dia de nuestro tiempo,hay lo que son las cosas recuerdo que hice mas de 10 cartas "anonimas" a mi amor platonico.......hasta que.......oh sorpresa me descubrio, por supuesto que yo lo negue todo....saludos !!!!